miércoles, 17 de noviembre de 2010

17 de noviembre

La ventana está gris y un tren marcha, nostálgico y triste, como el leve rumor de una pequeña ola en el mar, hacia algún lugar sin nombre. Tarde de acordes menores aunque sepa que no basta mas que un rayo de sol para olvidar todas las noches que aparecías vestida de domingo para mí. A veces el oleaje entero de la vida rompe contra aquel hombre que soy yo, y nadie sabe llegar a los abrazos.

Aquí no entienden que me pierda por la ciudad cuando la nieve pinta todo negro, no saben que voy buscando calor en cualquiera de nuestras canciones, esas que hay que olvidar para no recordarte.

Y tuviste razón, siempre es un error de idiota quedarse a solas con alguien a quien no deberíamos haber amado. Por eso hoy sólo somos viento y hojas muertas que nos hacen mirar al sur.

Sería más fácil para este día marcar tu número y gritarte felicidades como si nada, pero no apareceré, como pediste, ahora que me sobran fuerzas para cambiar. Y también lo más fácil sería terminar con la canción de Cifuentes y escucharla hasta que el alma o la noche muriesen, pero hay una canción escondida en poemas en el tejado, cantada a voz y guitarra, y al fin y al cabo eso es lo que fuimos, alma y guitarras, parados frente al mar, mientras el mundo giraba. Y ya sabes, a lo lejos...

A veces te echo tanto de menos, que no merece la pena.

How I wish... How I wish you were here...

sábado, 2 de octubre de 2010

Bienvenidos

A veces corremos como si llegásemos tarde a un destino donde nos toca esperar hasta que al tiempo le llegue su hora.

Cerca de ese tiempo está ella. En aquel banco espera, fuma, llora. A veces le gusta sonreír.

No pasa una primavera sin que espere al otoño, con sus hojas muertas, su sinsabor a miel. Y mira al suelo y se imagina un mar que sólo conoce en recuerdos, y deja que a su cabello lo hundan las olas que vendrán, y ríe, y llora, sorbiendo esas lágrimas con sabor a sal.

A veces me abre sus ojos y se pierde en la ciudad, y sé que entonces sueña que sueña y se pierde por los lugares donde una noche apagamos farolas con miradas.

A veces, cuando ha desaparecido para siempre, entiendo que nuestra historia está allí y que no importa que la ciudad se llame Madrid ni que las olas de Cádiz nos ahogaran ayer para no existir juntos mañana.